En ESSENTIA VII continúo mi exploración del equilibrio entre espacio y humanidad. Me interesa ese punto donde la arquitectura deja de ser solo forma y pasa a convertirse en pensamiento: un lugar que respira. Prenguntandome siempre ¿ que es lo realmente esencial? La piscina y el mar comparten un mismo horizonte, borrando los límites entre lo construido y lo natural; el agua funciona como frontera y espejo de lo esencial.
Trabajo con una paleta depurada de blancos y azules para rozar lo absoluto. La luz es materia emocional y simbólica, y la geometría se transforma en atmósfera silenciosa. Un gesto mínimo —una cuerda de ropa tendida— irrumpe en la perfección arquitectónica como recordatorio de lo humano y su vulnerabilidad.
Desde una lectura posthumana, ESSENTIA VII propone un modo de habitar que trasciende lo físico: un espacio donde arquitectura, paisaje y mente convergen para preguntarse qué significa existir sin ocuparlo todo.
